Hace varios años, navegando por internet, llegamos hasta un artículo que nos llamó poderosamente la atención. Llevaba por nombre “Cómo sobrevivir a tu primera Guinness”, y contaba paso a paso cómo debes proceder cuando viajas a Irlanda y te enfrentas a tu primera cerveza negra, para no parecer un turista desorientado y perdido.
Tras leerlo entre carcajadas, procedimos a investigar más acerca de este peculiar blog de Irlanda, descubriendo que el autor, bajo el pseudónimo de Head Rambles, era un enigmático abuelo irlandés (él mismo se autodenomina “grandad”), que vive en un lugar indefinido de la Irlanda profunda y al que le encanta fumar en pipa, beber Guinness y whisky y “despotricar” sobre todo lo que se le ponga por delante, ya sea de temas políticos, sociales o cualquier otra cosa.
No podíamos dejar pasar la ocasión de contactar con él, por lo que le escribimos un simpático email al que poco tiempo después nos contestó muy amablemente.
Nuestro objetivo, conocer a Head Rambles
Tiempo después, con nuestro primer viaje a Irlanda, sentimos la necesidad de ir un paso más allá. ¿Queríamos visitar Dublín? ¿Los Acantilados de Moher? ¿La Calzada de los Gigantes? Sí, claro que sí, pero nuestros 3 principales propósitos eran otros. Teníamos 3 objetivos muy claros que solo unos auténticos LOCOS DE IRLANDA podrían haberse marcado.
- El primero de ellos era visitar la localidad de Athenry, origen de la canción popular más importante de Irlanda.
- El segundo, hacer una parada en Castlemaine, hogar del mítico Wild Colonial Boy.
- El tercero, conocer en persona a nuestro abuelo irlandés favorito.
Dispuestos a ello, retomamos de nuevo el contacto enviándole otro email en el que le explicábamos nuestro próximo viaje a Irlanda y lo honrados que nos sentiríamos de poder hacerle una rápida visita.
Su respuesta, aunque declinando la proposición, fue maravillosa. Nos escribió una carta a modo de post en su blog, llamada “Una carta para Alberto” (quien escribe estas líneas), explicando que se sentía sorprendido y muy honrado por la proposición, pero que, por nuestro bien, no podía aceptarlo ya que no quería “arruinar” nuestro día al ser un viejo aburrido y malhumorado (¡eso era precisamente lo que queríamos!)
A pesar de no conseguir nuestro objetivo, nuestro cariño por el viejo Head Rambles se mantiene intacto.
Cómo sobrevivir a tu primera Guinness
Como antes hemos adelantado, nuestro irish grandad favorito tiene un post estrella que, tras un nuevo contacto con él y con su permiso, hemos querido traer hasta Mapa Irlanda para que todos nuestros lectores puedan disfrutar. Dice lo siguiente:
La mayoría de los visitantes de Irlanda se mueren por probar una auténtica pinta de Guinness.
Y tienen razón. Es el único país donde se puede conseguir una pinta de verdad. La cerveza extranjera es orín del que hay que deshacerse.
Sin embargo, tu primera pinta es potencialmente la trampa más letal con la que te vas a encontrar. El 99% de los turistas se delatan a sí mismos. He aquí cómo hacerlo:
Entra en el bar. Aparenta despreocupación. No pongas cara de estar a punto de vivir una experiencia que te cambiará la vida. Camina tranquilamente hacia la barra y espera. No llames al camarero. No golpees la barra con una moneda. Él vendrá a ti.
Si habla con acento extranjero, lárgate. No sabrá cómo servirte la pinta.
Te preguntará qué quieres. Di «una pinta, por favor». Si te pregunta «¿una pinta de qué?», frunce el ceño y gruñe: «Guinness, por supuesto». La mayoría de los camareros no preguntan, porque la Guinness es la «pinta» por defecto.
Entonces cogerá un vaso de pinta, lo llenará entre dos tercios y tres cuartos y lo colocará sobre el mostrador.
Primera trampa: DEJA LA BEBIDA ALLÍ. ¡NO LA TOQUES! El camarero probablemente se marchará. No te preocupes. Limítate a mirar a lo lejos. Ve a mear o a echar un pitillo. Debes esperar.
Al cabo de un minuto o dos, volverá y te llenará el vaso. De nuevo NO HAGAS NADA. Espera. Jugueteará con ella un momento y, finalmente, te la traerá.
Si ha grabado un trébol en la cabeza de la pinta, te sugiero que te sientes y escribas tu última voluntad y testamento. Eres hombre muerto. El camarero se ha dado cuenta de que eres un turista y te ha hecho señas. Los lugareños se han dado cuenta y cargan munición.
Segunda trampa [suponiendo que sigas vivo]: NO TOQUES LA PINTA. Todavía se estará asentando. Tienes que esperar hasta que haya una nítida línea de demarcación entre lo negro y lo blanco. Cuanto más esperes, mejor. En esta fase, es perfectamente aceptable mirar fijamente la pinta.
Tercera trampa: los lugareños te observarán para ver cómo te acercas a la pinta. Si intentas sorber la cabeza blanca [o peor aún, soplarla] habrás firmado tu certificado de defunción. Lo más probable es que te cuelguen de la pared y te utilicen como diana durante el resto de la noche.
Otro error fatal es beberse la pinta a traguitos pequeños. Los sorbos son para las nenas y sus copas de vino. Esto es Guinness. Agarra el vaso con fuerza en el puño y engulle al menos un cuarto, si no un tercio, del contenido. Actúa como si fuera la primera bebida que tomas desde que saliste del desierto.
A partir de este momento, los lugareños empezarán a relajarse. Tienes derecho a eructar en este momento [de hecho, es inevitable], pero no lo hagas demasiado alto.
Si eres un pelele y no te gusta el sabor, NO LO DEMUESTRES. Mantén la calma.
Para convencer a los lugareños de que no eres un turista, espera a que queden unos cinco centímetros en el vaso. Entonces llama la atención del camarero y levanta un dedo. Es la señal para empezar a preparar la siguiente pinta. Ésta debería llegar justo al terminar la primera.
Todo esto me ha dado sed. Creo que me tomaré una pinta… o cinco.
Larga vida a Head Rambles. Un saludo de tus amigos españoles de Mapa Irlanda, allá donde estés.
Hazte ya con tu libreta cervecera Mi lado oscuro favorito, de la colección Mapa Irlanda Books.